sábado, 10 de noviembre de 2007

El homenaje a un grande, cuando se acerca la hora del adiós

Por Luis Maturana C.

Es necesario dedicar estas líneas a un gran hombre de las comunicaciones que está pasando un duro trance desde hace un tiempo. Con parte de su vida se ha escrito una parte importante de la historia del periodismo nacional, y eso hay que reconocerlo, especialmente pensando en el legado que significa para los que crecimos viéndolo y en las nuevas generaciones que se preparan la ejercer esta noble profesión.

Un hombre formado a pulso que no hizo otra cosa que dignificar la labor periodística, poniéndola en un sitial de honor, con expresiones únicas que ya forman parte de la cultura de nuestro país. Quién puede desconocer por ejemplo aquella famosa “justicia divina”, que pronunciara en aquel mítico partido del mundial de fútbol realizado en nuestro país en 1962.

Sus intervenciones en canal 13 se transformaron con el tiempo en todo un clásico, aunque Don Julio Martínez siempre dijo a los 4 vientos que era un hombre de radio, que nunca terminó por adaptarse totalmente a la televisión.

El respeto y la profunda admiración que me liga a su persona como colega y hombre amante de las comunicaciones, me hace denominarlo Don Julio, ni siquiera Julito, o cometer el atrevimiento de algunos que se arrogan el derecho de decirle JM.

Para todos los que amamos esta profesión el aporte que hiciera este maestro es incalculable, por lo mismo, estamos concientes que quién es la persona que nos está dejando poco a poco. Su inevitable partida se vive con recogimiento y pesar, pero también con un profundo sentimiento de gratitud.

Quién podría decir que escuchó alguna vez a Don Julio expresar una mala palabra o manifestar algún enojo al aire, siempre como un gran señor, promoviendo valores casi extintos en la sociedad actual, pero en cada una de sus intervenciones, dejaba claro que la labor periodística va mucho más allá de la mera transmisión de información. Un comunicador debe además formar a la sociedad.

Por ello siempre ocupaba su tiempo en la transmisión de valores y el análisis de la realidad que contribuían a formar mejores seres humanos, más que fanáticos informados de algún deporte en específico.

Al terminar este sentido texto, no puedo más que manifestarle aún en vida, nuestra profunda admiración y agradecimiento por su incesante labor, por engrandecer esta profesión y cuidar de manera tan prolija su vocabulario, haciendo en cada una de sus intervenciones casi un homenaje a la lengua española.

Gracias Don Julio, su vida y estilo inconfundibles, dejan una huella a seguir, un ejemplo de grandeza humana y sin duda una admirable manera de ejercer el periodismo. Ya está cerca la hora de su adiós, y hemos querido hacerle este homenaje aún vida, no sumarnos a los que de seguro llenarán el cementerio y le llevarán flores cuando ya sea demasiado tarde…







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